23 mar 2011

Cosas que se hacen...



Parece que el tío Champi no es tan persuasivo como el tío Sam. Así que a la espera de la participación ciudadana coloco aquí para los fieles lectores de este blog (si los hay) un pequeño texto que va a publicar una revista llamada HU. No es que sea el no va más pero es significativo en cuanto a que sirve para hacerse una idea de las trivialidades a las que tenemos que recurrir los escritores con una biografía pobre en avatares. Sin embargo, sabe Dios qué consecuencias pueden tener estos gestos ínfimos. Mejor no pensar en la disentería o en el cólera.

Cosas que se hacen por si acaso existe la justicia cósmica.

No es que fuera una mala persona pero tampoco se podía decir de él que nunca hubiera matado una mosca. Sin embargo, cuando vio a la mosca pataleando en su vaso de cerveza sintió el hermoso impulso de liberarla. Puede que fuera por el aburrimiento de estar solo sentado en aquella terraza pero le dio por pensar que aquel ser estaba condenado y que un simple gesto suyo podía darle otra oportunidad. Pensó en las veces que se había encontrado al borde del abismo sin ninguna esperanza razonable. Así que decidió sacar a la mosca del vaso y la colocó sobre la mesa.
El bicho se arrastraba lamentable como un herido de guerra agonizante pero, considerando que había nadado en cerveza, pensó que podía ser simplemente como un borracho intentando penosamente encontrar el camino a casa. Así que decidió esperar a ver si se le pasaba la caraja.
Vivió con una intensa alegría cada mínimo avance hecho por la mosca. Sus penosos intentos por levantar el vuelo no pasaban de ser saltitos de unos pocos milímetros. Pensó en las dimensiones de la mesa y en la proporción con el tamaño de la mosca para concluir que era más o menos como un hombre intentando volar en un campo de fútbol.
Terminó su cerveza y pidió otra deseando ardientemente verla volar. Cuando uno de los saltos de la mosca fue casi de medio campo se sintió feliz y esperanzado.
Y cuando después de estar hora y media viendo a una mosca agonizante sobre una mesa vio que el bicho levantaba el vuelo, encendió un cigarro, miró a su alrededor y expulsó con satisfacción el humo.

2 comentarios:

  1. Me gusta el relato :)
    Seguidores haberlos, haylos, sólo que no se manifiestan mucho....
    Y sobre la participación ciudadana decir que yo soy más de leer que de escribir, así que como mucho aportaré comentarios ;)
    Saludos!

    ResponderEliminar
  2. Pues sí, Elvira.... los lectores anónimos de las ánimas paseamos con cierta algría y regocijo nuestros ojitos por los textos de Rosa-Linda, un estupendo escritor, mejor cuentista... y, desde mi punto de vista, la participación ciudadana se puede obviar mientras nos regale estas pequeñas alegrías!!! Sé de buena tinta que tiene un gran fondo de armario. Y será una satisfacción seguir visitando este blog!!!

    ResponderEliminar